Por
si alguien pensaba (todavía) que los partidos que venían a hacer una nueva política iban a hacer algo
realmente nuevo, la facción de la izquierda se encarga de desmontar esta
ilusión manifestación a manifestación.
Para
empezar, la alcaldesa de Madrid, la inefable doña Rojelia, y su equipo de (des) gobierno, más inefable todavía,
pretenden relajar el control (el ajeno, se entiende, que no el propio) sobre la concesión
de subvenciones, creando un régimen propio para las ayudas de cooperación, relegando el pago por
resultados e instaurando menos transparencia. Generalizando el dedazo, en una
sola palabra.
Por si
las cosas no fueran ya bastante graves, el hermano del enterrador del Partido
Comunista, colocado a dedo en el consistorio madrileño, no ha tenido empacho en
manifestar que la meritocracia apenas existe.
Para muestra, yo, le ha faltado añadir.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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