Acostumbrados
a mirarse el ombligo en sus ínfulas secesionistas, los necionanistas catalanes no parecen prestar atención a las
reacciones que provocan en el resto del mundo (que no, no se acaba en los
Pirineos). Y dichas reacciones oscilan entre la rechifla y el desdén, cuando no
la abierta oposición (porque el dar apoyo a Menos,
Cocomocho y demás compañeros mártires
supondría alentar movimientos parecidos dentro de los propios países: los casos
más evidentes serían Francia o el Reino Unido).
Y
lo que he dicho en relación con los demás países cabe también aplicarlo a las
organizaciones internacionales: así, la Comisión de Venecia (ente del que no
tenía noticia hasta la fecha, al menos con esa denominación) ha respondido a
una carta de Cocomocho en la que, con
sus mentiras y medias verdades habituales, exponía que había intentado llegar a
un acuerdo con el Gobierno para celebrar un referéndum de autodeterminación,
que Rajoy se negaba a negociar y que en cualquier caso, la consulta se iba a
celebrar.
El
presidente de la Comisión agradeció a Cocomocho
que le informase, aseguró que tomaba nota (probablemente del tipo si llama este tío de nuevo, que le digan que
estoy reunido) y le advirtió lo siguiente:
Usted es, sin duda, consciente de que no sólo el referéndum como tal, sino también la cooperación con nuestra Comisión, tendrán que llevarse a cabo de acuerdo con las autoridades españolas. También quiero subrayar que la Comisión de Venecia, cuyo nombre oficial es Comisión Europea para la Democracia a través del Derecho, ha enfatizado constantemente la necesidad de que cualquier referéndum se lleve a cabo con pleno cumplimiento de la Constitución y la legislación vigente.
Según
la información de La Vanguardia, el consejo
de gobierno autonómico encajó el varapalo con
cierta satisfacción (debe ser la vena masoquista) y como si fuera un reconocimiento del conflicto catalán. Conflicto que hasta yo estoy dispuesto a
reconocer: los secesionistas catalanes no paran de dar la vara con mentiras,
delitos y reclamaciones imposibles.
Y
si fuera de sus fronteras (regionales) las cosas pintan bastos, dentro las cosas no les van mejor: los funcionarios designados para formar parte de la mesa de
contratación de las urnas exigieron una orden por escrito que no les fue
entregada, de modo que se negaron a participar en el trámite del concurso (ante
el plante, la consejera de Gobernación tuvo que recurrir a cargos de confianza
política del departamento para que asumieran el papel de los funcionarios);
Germán Gordo, parlamentario regional de Juntos por el Sí, exconsejero de
Justicia y gerente de CDC entre 2005 y 2010, se resiste a dimitir, tal como le
exige el PDeCAT (con lo que hunde el intento de los nuevos convergentes por desmarcarse del pujolismo y la corrupción);
y, para remate, el pacto nacional por
el referencum no avaló la consulta y se disolvió.
Vamos,
que estos montan un circo y les crecen los enanos. Menos Jorgito Polluelo,
claro, que ya no está en edad de crecer…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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