El
exceso de sensibilidad epidérmica, o el apego a la llamada corrección política,
parece estar haciendo que se reblandezcan las neuronas de algunos. O de algunos y algunas, como muestra más
típica de ese tipo de lenguaje.
Ya
sucedió hace tiempo con el Huckleberry
Finn de Mark Twain, donde para no ofender a los mulatos estadounidenses
(porque allí negros negros, más bien pocos) se publicó una edición expurgada en
la que se eliminaban todas las apariciones de la palabra nigger (creo que era esa). A los descendientes de los esclavos del
siglo XIX podrá (o no) molestarles que a sus antepasados se les llamara de esa
manera, pero el hecho es que se les llamaba así, y el eliminar esa palabra de
una obra que, mal que bien, reflejaba aquella sociedad no va a cambiar ese
hecho. La Historia, es lo que tiene, es muy tozuda.
Como
el refranero. Ahora ha surgido una iniciativa por parte de algunos panaderos
que, por lo visto, tienen mucho tiempo libre, pidiendo quitar del refranero el
dicho pan con pan es comida de tontos.
Tontos son ellos, porque el refrán no denigra el alimento ni a quienes lo
producen, sino a quienes lo comen sin acompañarlo de otra cosa (y lo dice
alguien a quien le encanta el pan, y más cuando está bien hecho).
Puestos
a eliminar refranes, sugeriría el de en
España ya no hay sitio para un tonto más, puesto que se ha demostrado
palmariamente inexacto: no sólo hay sitio para uno más, sino para docenas de
ellos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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