Con
esta entrada tengo un ligero problema. La escribo el Domingo por la tarde
(suele ocurrir con las que publico los Lunes), pero hacia el final. Las tardes
de los Domingos las suelo tener bastante ocupadas (no voy a aclarar las circunstancias, los que me conocen lo suficiente saben cuáles son, y a los que no, no les importa), así que voy a tener que
escribir deprisa y bastante (puesto que esta entrada agrupa varios titulares). Veremos
cómo me sale la cosa.
Resulta
que doña Rojelia alquiló finalmente dependencias del Ayuntamiento de Madrid
para que los secesionistas catalanes lanzaran su mensaje delinquidor. ¿Habría
sido tan, digamos, ideológicamente aséptica (la pela es la pela y hay libertad
de expresión) si, por ejemplo, hubieran solicitado alquilar las dependencias un
grupo de historiadores que defendieran que la Segunda República fue un régimen
sectario y liberticida, que las elecciones de 1.936 fueron un fraude de
proporciones escandalosas y que el Alzamiento estuvo más que justificado? No lo
creo.
Naturalmente,
Cocomocho y el estrábico con
sobrepeso no desaprovecharon la ocasión y proclamaron que habría referéndum sí o sí. Parece, pues, que la vía del referéndum
pactado queda orillada, algo que, por otra parte, no ofrecía la más mínima
duda, puesto que dicha figura sería algo completamente inconstitucional (ya se
sabe, aquello de patria común e
indivisible y de que la soberanía
reside en el pueblo español, no en una parte del mismo).
Ante
esto, pareció que el estólido presidente del Gobierno (ya sé que no suelo
atizar palos al partido de la gaviota, o que lo hago mucho menos que al resto
de formaciones, pero ¿qué queréis?, cada cual cojea del pie que lo hace) se
cayó finalmente del guindo y declaró que las afirmaciones vertidas en la Villa
y Corte constituían un chantaje inaceptable.
Por
otra parte, ese mismo día salió a la luz la última aberración legislativa de
los secesionistas, algo que mi periódico
de referencia (por llamarle de alguna manera) calificó de ley marcial. Resulta que los
secesionistas están dispuestos a proclamar unilateralmente la república catalana si finalmente no se celebra el segundo butifarrendum.
Ahora
habrá que ver si van en serio o, como tantas otras veces, amagan pero no
rematan.
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