Hace
un par de semanas saltó la noticia de que, en varias jornadas, algunas
poblaciones catalanas –empezando por la capital regional- habían amanecido con adhesivos de la bandera española pegados en sus superficies verticales (paredes
en general, pero también mamparas de marquesinas, por ejemplo).
Quizá
los que han hecho esto han actuado así porque están cansados de ver cómo el
régimen fascista (y, a diferencia de los progres,
no aplico este calificativo a la ligera ni a cualquiera del que discrepe
ideológicamente: jamás calificaría de tal a un etarra o a un neocom) de los necionanistas) se dedica a pisotear (también físicamente),
vituperar e insultar los símbolos comunes de todos los españoles. Quizá lo han
hecho por puro espíritu patriótico. Quizá lo hayan hecho, en fin, por tocarles
las narices a Arturito Menos, Cocomocho, el estrábico con sobrepeso,
la Click de Famobil y sus
conmilitones. Quizá sea una mezcla de todo ello.
No
lo sé y no me importa. El caso es que lo han hecho y me parece bien. Ya iba
siendo hora.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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