En
condiciones normales, cabría hablar de síndrome
de Estocolmo para calificar la actitud del consistorio madrileño con
aquellos grupos que se dedican a ocupar ilegalmente inmuebles ajenos. Porque no
de otra manera puede describirse el hecho de que no sólo no desocupen a uno de
éstos grupos, sino que sean los propios delincuentes los que pongan las condiciones para dialogar.
En
condiciones normales. Pero es que las condiciones del Ayuntamiento de Madrid
son todo menos normales. Encabezados
por una (ex) juez filo terrorista (no hay otra palabra para calificar su
postura en el pasado en relación con los del hacha y la serpiente), el grupo
integrado por delincuentes varios (mientras uno ofende a las víctimas del
terrorismo otra lo hace a los sentimientos religiosos, y un tercero infringe
las normas presupuestarias) no ha necesitado de ningún trastorno psicológico
para colocarse del lado de aquellos que se saltan la Ley a la torera.
No,
al menos, de ningún trastorno sobrevenido: la tara la traían ya de fábrica,
podríamos decir.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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