No
soy del Real Madrid aunque, como suelo decir con cierta frecuencia (sí, lo sé,
tiendo a repetirme, y más en la vida cotidiana), he devenido promadridista a
fuerza de ser antibarcelonista.
Viene
esto a cuenta porque me alegré de que el club de Chamartín ganara la máxima
competición europea de clubes por duodécima vez. Alegría que parece que no es
compartida por algunos de los jugadores de sus dos eternos rivales, esto es, el Atlético de Madrid y el Fútbol Club
Barcelona.
De
estos últimos no cabía esperar otra cosa. Debe ser la única entidad deportiva
del mundo que, gane o pierda, vive en función de su eterno rival. Y el
resquemor existe, como lo demostró su defensa central, un tío al que le
reconozco la inteligencia (en abstracto) al igual que le reconozco su
incapacidad para quedarse callado (será que debe creerse el centro del Universo
y parte del extranjero), que preguntado sobre el partido de marras contestó que
cuando veáis al Barcelona hacer una rúa por una Copa del Rey podréis decir que el Madrid tiene un ciclo importante.
Es decir, y tomando al pie de la letra las palabras del Shakiro, da lo mismo qué resultados hayan obtenido los merengues, o
incluso que no hayan obtenido título alguno: la única condición para que el Madrid
tenga un ciclo importante es que los culerdos celebren por todo lo alto la
consecución de una Copa de Su Majestad el Rey.
En
cuanto a los colchoneros, parece que se están contagiando de la mala educación
del otro equipo rayado, ya que, cuando se cruzaron, el delantero del equipo del
Manzanares (hasta que se muden) evitó felicitar al defensa central del Madrid.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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