El
modo que tienen los secesionistas catalanes de ir revelando su hoja de ruta (servilleta, más bien) para
alcanzar la tan cacareada desconexión de
Cataluña respecto a España (¿tendrán por fin los aragoneses playa, como dicen
los chistes y ya intentó Paco Martínez Soria en El turismo es un gran invento?), pasito a pasito, tacita a tacita,
podría pensarse que responde a un prurito de prudencia para evitar que el
maligno Estado español les chafe la
cosa… o, por el contrario, para permitir precisamente que alguien les detenga
antes de que lleguen al borde de ese precipicio al que van aproximándose poco a
poco. Algo, en este último caso, del tipo tienes
hasta tres para rendirte… uno… dos… dos y medio… dos y tres cuartos…
La última –de momento, porque ya hay otra performance
anunciada para dentro de diez días- fue, hace dos semanas, anunciar la fecha
(el 1 de Octubre… ¿habrán caído en que es el aniversario de la proclamación del
Generalísimo como Jefe de Estado del bando nacional?) y la preguntita de marras:
¿Quiere que Cataluña sea un Estado
independiente en forma de república?
Dejando
aparte que ya ni dicen lo de en el marco
de la Unión Europea, quizá porque saben que si se independizan van a estar
más solos que la una, tiene narices el modo de plantear la pregunta. A lo mejor
es que con la traducción del catalán al español se pierden matices, pero la
manera de preguntar no es más que un desiderátum.
Es como si preguntaran ¿Quiere usted que se acaben las guerras? ¡Pues claro que quiero!
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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