martes, 6 de noviembre de 2018

Amariconamiento

No mucho después de que acabara el colegio me fui percatando de que el nivel de los libros de texto había caído en picado. Por lo que sé, esa tendencia ha proseguido en los últimos treinta años: los libros son ahora más delgados, el tamaño de la fuente de letra es mayor y los dibujitos son mucho más abundantes.
Ahora, el nivel de estulticia blandengue políticamente correcta ha dado un paso más. En efecto, por lo visto las categorías infantiles del fútbol gallego han decidido eliminar el número de goles de sus resultados, especificando sólo si alguno de los dos equipos ganó o si hubo empate.
Según los responsables de esta pintoresca medida, lo único que importa del resultado de un partido con niños es si han ganado, empatado o perdido, pero no cuántos goles se han marcado; también señalan que en el fútbol base, lo que tienen que hacer los jugadores es disfrutar, jugar y aprender valores; para terminar diciendo que no se trata de sobreproteger a los niños, sino de educar en los valores deportivos en vez de en la competitividad, que no es fundamental con esas edades.
Modestamente, no estoy de acuerdo. Claro, que no soy padre, ni pedagogo, ni responsable de un equipo de fútbol. Pero fui niño, y en el colegio jugué al fútbol en los recreos a pesar de no ser especialmente futbolero, ni técnicamente muy bueno (sigo sin serlo): me calificaba a mí mismo como un defensa de la escuela de Pizo Gómez, en el sentido de que si contrario y pelota pasaban, lo harían en direcciones divergentes.
A lo que iba. El número de goles sí era importante. No recuerdo que nadie quedara traumatizado, pero el objetivo era marcar, cuantos más goles, mejor. Y si un día recibías un saco de goles –los equipos solían ser siempre los mismos, puesto que los que elegíamos éramos siempre los mismos (los dos más canijos) y seleccionábamos a nuestros compañeros en el mismo orden, de mejor a peor-, nada te decía que al día siguiente no fuera tu equipo el que laminara al contrario.
Como decía el padre de Mark Spitz: en el deporte, ganar no es lo importante; ganar es lo único.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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