Es
un rasgo común a todos los autócratas el erigirse en intérpretes de lo que
piensa el común de los mortales bajo sus órdenes. Da lo mismo que sean
dictadores confesos o sólo individuos con ínfulas de hacer su santa voluntad:
extrapolan lo que dice su círculo más próximo y consideran que eso constituye
la aspiración de toda la sociedad.
Da
también lo mismo que el mandamucho en
cuestión sea de izquierdas o de derechas. Tenemos un caso palmario en el de la
actual alcaldesa de la Villa y Corte, que pone en boca de todos los madrileños
lo que piden -que prosiga con el plan Madrid Central de manera inmediata y sin recortes de última hora- tan sólo veintiséis asociaciones. Naturalmente, esas asociaciones son del gremio retroprogre en su inmensa mayoría, o
bien mamandurrieros del pesebre neocom. Y eso que ni siquiera ganaron
las elecciones…
Venga,
voy a hacer una encuesta entre mis familiares y concluiré que es aspiración de
los madrileños que doña Rojelia se
vaya a tomar por donde amargan los pepinos.
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