Por
mucho que se proclamen demócratas, los comunistas de todo tiempo y lugar
siempre han querido, quieren y querrán una sola cosa: el poder. Poder para
decidir, poder para dirigir, poder para mantenerse en ese poder. Y para ello
tienen que empezar por desmontar o, al menos, socavar las estructuras
existentes por otras creadas por ellos, que les sean dóciles y que sirvan a sus
propósitos.
Lo
anterior me ha quedado a medio camino entre solemne y pomposo, pero es una
entrada lo suficientemente melodramática para que la mantenga. Porque la
noticia, la verdad, no puede ser aparentemente más ridícula: las dos alcaldesas
neocom, doña Rojelia y la bruja
Piruja, se han sacado de la manga unas monedas alternativas –madroño en la villa y Corte, rec en la ciudad condal-
con las que pretenden sustituir, siquiera en el ámbito municipal, a la divisa
de curso legal. Manda narices: toda Europa buscando converger hacia una moneda
común, y estas dos iluminadas divergiendo.
Eso
sí, me apuesto madroños contra recs a que los intelectuales que han hecho el estudio de las mismas no cobraron ni
en unos ni en otros, sino en euros contantes y sonantes.
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