miércoles, 7 de noviembre de 2018

Más mariconadas

La corrección política, el buenrrollismo, la alianza de civilizaciones y demás pamemas retroprogres están criando a unas generaciones que, de puro gilipoyescas, provocan alternativamente risa y lástima.
Ejemplo bastante palmario es la nueva hornada de triunfitos. El programa Operación triunfo, en sus sucesivas ediciones, ha ido mereciendo cada vez más el mote de Operación Truño. Hace cosa de un mes saltó la noticia de que algunos de los participantes, a la hora de cantar una canción del grupo Mecano, pretendían cambiar en un verso la palabra mariconez por gilipoyez. Afortudamente, Ana Torroja, cantente del grupo, puso pies en pared y se negó, lo mismo que el compositor del tema, José María Cano. Y los cantontos del concurso tuvieron que resignarse y cantar lo que estaba escrito, a pesar de las palmaditas en la espalda de una de las no-sé-cómo-llamarla del programa, que les agradeció el hacer que se replanteara la letra con el paso del tiempo y que se cuestionara su visión de la canción.
Por emplear palabras sencillas que hasta estos chocholos puedan entender, una gilipoyez, por no emplear un término más serio, es querer cambiar el contenido de una obra de arte, sea con el permiso del autor o sin él. Una gilipoyez, por no emplear un término más serio, es interpretar los sucesos del pasado –históricos, culturales, artísticos- en función de los postulados del presente. Y una gilipoyez, por no emplear un término más serio, es querer que los demás comulguen con semejantes sandeces.
A propósito. Ese término más serio es el de censura. Que fuera autocensura sólo lo haría más lamentable aún.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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