martes, 13 de noviembre de 2018

Ladran, luego cabalgamos

Para tener opciones reales de gobierno –es decir, de alcanzar la mayoría absoluta o algo muy próximo a la misma, puesto que la política española suele ser, en el último cuarto de siglo, un todos contra el PP-, el Partido Popular debe reunir dos características: aglutinar todo lo posible el espectro político a la derecha del PSOE, y dejarse de complejos ideológicos.
Lo primero lo consiguió entre finales de los ochenta y principios de los noventa, y llevó a las dos victorias consecutivas de José María Aznar, la segunda con mayoría absoluta. Pero la cruz de ser unos maricomplejines no se la ha sacudido nunca. Bien es cierto que el aznarato supuso una mejora con respecto al mandato de Fraga Iribarne, que parecía contentarse (o resignarse) con ser jefe de la oposición; pero frases como la de hablar catalán en la intimidad, sobre ser completamente inverosímiles, denotaban un peaje que se estaba dispuesto a pagar (o, dicho de otra manera, se prefirió el tener barcos sin honra antes que honra sin barcos).
El rajoyismo supuso un ahondamiento de ese maricomplejinismo que parece atenazar a la derecha española (que hasta se avergüenza de reconocerse como tal derecha y se proclama centro reformista y pamemas semejantes). Acusado de guerracivilista por el responsable último –a mi entender- de todos los males de España del último medio siglo, reaccionaron vetando sus medios de comunicación; pero el poder fáctico fácilmente reconocible era demasiado poder y prefirieron claudicar (de nuevo se prefirieron los barcos a la honra).
Ese periodo, además, propició que surgieran y crecieran dos formaciones políticas, una a la derecha y otra a la izquierda, que disputaban al PP el caladero electoral y que, por pura aritmética de sufragios, disminuían sus posibilidades de alcanzar el poder. De haber triunfado Triple S en las primarias del pasado verano, es previsible que la postura hubiera continuado siendo la misma; de haber triunfado su íntima enemiga, ahora mismo tendríamos a la líder de la oposición pringada con las cloacas del Estado.
Pero triunfó el tercero en discordia, y casi lo primero que hizo fue recuperar a Aznar (bestia negra de la izmierda) como uno de los referentes ideológicos del partido. Lo segundo, empezar a decir las cosas claras, como que la educación en Andalucía es un desastre sin paliativos (bueno, la educación y todo lo que tenga que ver con la política de la Junta). Ante las críticas de algunos barones regionales que pedían moderación, Casado dejó claro que no pensaba cambiar su discurso porque tenían que seguir en su sitio. Según Génova, de sus sondeos se desprende que Casado está conectando con aquellos que se fueron a C’s o VOX.
Ergo van por buen camino…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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