Lo peor de los tiras y aflojas en las
negociaciones entre las tres formaciones a la derecha del PSOE es que siembran
en el electorado de derechas el temor a que los desencuentros entre ellas –el reparo
del partido pomelo a sentarse con
Vox, básicamente- permitan que la izquierda gobierne. Y eso, se mire como se
mire, sería un desastre (salvo, quizá, para los paniaguados, mamandurrieros y
mantenidos de la izquierda, claro).
Hace una semana, Vox rompió las negociaciones con el PP en la Comunidad de Madrid –y, no nos engañemos, después
de la presidencia del Gobierno, la de la Comunidad madrileña es el puesto más
importante y determinante en el mapa político español, por lo que de contrapeso
podría tener frente a un PSOE completamente demenciado y ayuno de sentido de
Estado- porque no estaban de acuerdo con el reparto de sillones en el
Ayuntamiento; Ciudadanos comenzaba a no descartar una repetición electoral,
quizá sin darse cuenta de que el electorado podría hacer recaer sobre ellos una
cuota importante de culpa.
Mientras, al día siguiente, los cabeza
de lista del PP y Vox se reunieron en
secreto (siempre me ha hecho gracia ese modismo del lenguaje periodístico:
si se reúnen en secreto, ¿cómo es que se sabe públicamente? Sería mejor decir en privado) durante más de tres horas
sin acabar de cerrar un acuerdo de reparto de poder municipal.
Y mientras, el tiempo pasa…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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