Me
leí esta novela hace ya media vida (y uno va teniendo una edad que hace que
semejante expresión suponga un lapso importante de tiempo), y me encantó (gracias, Guillermo, por la recomendación).
Me pareció un planteamiento bastante original (lejos estaba yo de saber que existían más distopías en las que el Eje había ganado la Segunda Guerra Mundial, o al menos no la había perdido), con algunas ironías graciosas… como que el presidente Kennedy de comienzos de los sesenta no fuera John Fitzgerald, sino su padre Joseph Patrick.
Me pareció un planteamiento bastante original (lejos estaba yo de saber que existían más distopías en las que el Eje había ganado la Segunda Guerra Mundial, o al menos no la había perdido), con algunas ironías graciosas… como que el presidente Kennedy de comienzos de los sesenta no fuera John Fitzgerald, sino su padre Joseph Patrick.
Pero
claro, ahora soy más mayor, he leído más, sé más cosas y, quizá, todo eso
reunido hace que perciba cosas que antes no notaba que estaban ahí. Como que,
por ejemplo, la Alemania que retrata la novela de Harris es una mezcla del 1.984 orwelliano (por aquello de
reescribir la Historia para que cuadre con los planteamientos presentes… en
cualquier presente) y la Unión Soviética de cualquiera de las siete décadas en
que ese régimen asesino, criminal y genocida pervivió.
Tan
asesino, tan criminal y tan genocida, al menos, como el de las esvástica, sólo
que con mucha mejor prensa e infinitamente más apologistas.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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