Históricamente, el mayor enemigo de
España ha sido interno. Y ese enemigo ha sido el Partido Socialista Obrero
Español, que prácticamente desde su nacimiento incumplió la última de las
cuatro palabras que forman su denominación, siempre presto a aliarse con
quienes querían destruir España, ya fueran los separatistas, el comunismo
internacional o el terrorismo racista.
Algunos (bastantes) parecen no recordar
que hace cuarenta años, el PSOE avanzaba detrás de unas pancartas en las que
podía leerse Gora Euskadi Askatuta.
Parecen no recordar que, habiendo ganado unas elecciones regionales, dejaron
que siguiera gobernando el partido fundado por un orate racista. Parecen no
recordar que firmaron un pacto por las
libertades y contra el terrorismo, mientras bajo cuerda seguían negociando
con los terroristas y contra las libertades. Parecen no recordar que violaron
la jornada de reflexión (una jornada estúpida, pero que hay que respetar)
haciendo política con casi doscientos cadáveres todavía calientes.
Algunos, en cambio, no olvidamos
ninguna de esas cosas. Por eso, no nos sorprenda, aunque nos entristezca, que
le hagan el caldo gordo a los golpistas catalanes. No nos sorprende, aunque nos
entristezca, que se encaramen al poder subiéndose a los hombros de los racistas
vascos y contando con la abstención de los terroristas no arrepentidos. Y no
nos creemos, aunque lo digan, que den por rotas unas negociaciones que no
abandonaron ni siquiera con muertos encima de la mesa.
Como diría William Jefferson Clinton: ¡es
el PSOE, estúpidos!
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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