En política, el líder, mientras lo siga
siendo, nunca es culpable de nada: si dice alguna tontería, es que ha sido
malinterpretado; si las cosas no salen como deben (es decir, como al líder le
gustaría que salieran), es a causa de algún tipo de malévola conjura, o a la
inepcia de aquellos que se encuentran por debajo de él en la pirámide
jerárquica.
Tomemos el caso de los neocom españoles. En apenas un mes, se
han pegado dos batacazos electorales bastante importantes. La culpa no ha sido
del mensaje (que es decidido por el líder), ni de la estrategia (que es la
fijada por el líder) ni del desempeño en los debates electorales (a los que
acudió el líder) ni de la pésima ejecutoria estos últimos cuatro años (vale, en
esto el líder ha tenido poco que ver, porque en cuando a un político de quinta
fila le das un sueldo oficial, tiende a creerse el rey del mundo y a pretender
decidir por su cuenta). No, la culpa ha sido del secretario de (des)
organización de la formación –si la cara es, como dicen, el espejo del alma,
este sujeto la debe tener como el carbón-, al que han defenestrado a la semana
de los comicios de Mayo.
Aquí, un apunte. El enlace se refiere
al argentino como número dos de los
comunistas. Yo había supuesto que, aunque sin un cargo orgánico relevante, la
persona que más próxima se hallaba al poder supremo de los morados era la calientacamas del Chepas… lo que por fuerza la convertiría en número dos. Pero si el
número dos es (era) el defraudador de la Seguridad Social, ¿qué era ella? ¿El
número uno bis? Difícil de creer que Junior
acepte compartir poder, ni siquiera con la madre de sus hijos. ¿El número
uno y medio? Ridículo. En fin, ahí queda planteada la pregunta…
Seguimos. Para sustituir al porteño se
han traido a un guanche, el diputado de las rastas, uno que, creo recordar,
pasó cierto tiempo en prisión por algún tipo de delito que tenía que ver con
agredir a alguien. Para justificar todos estos cambios de fichas (que, según
ellos no tienen por qué llamar la
atención) dicen que lo normal en
cualquier equipo es la readaptación de las composiciones (aunque no aclaran
qué demonios es, o son, eso de composiciones),
al tiempo que califican de activo potentísimo
al nuevo número lo-que-sea, que es también una
persona muy comprometida con la causa que defiende Podemos (tampoco
precisan qué causa es esa) y sostienen que puede hacer una grandísima labor.
Veremos cuánto queda de esos elogios
después de la próxima debacle electoral que, esperemos, se produzca a no mucho
tardar.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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