sábado, 15 de junio de 2019

La purga de Pablito

En política, el líder, mientras lo siga siendo, nunca es culpable de nada: si dice alguna tontería, es que ha sido malinterpretado; si las cosas no salen como deben (es decir, como al líder le gustaría que salieran), es a causa de algún tipo de malévola conjura, o a la inepcia de aquellos que se encuentran por debajo de él en la pirámide jerárquica.
Tomemos el caso de los neocom españoles. En apenas un mes, se han pegado dos batacazos electorales bastante importantes. La culpa no ha sido del mensaje (que es decidido por el líder), ni de la estrategia (que es la fijada por el líder) ni del desempeño en los debates electorales (a los que acudió el líder) ni de la pésima ejecutoria estos últimos cuatro años (vale, en esto el líder ha tenido poco que ver, porque en cuando a un político de quinta fila le das un sueldo oficial, tiende a creerse el rey del mundo y a pretender decidir por su cuenta). No, la culpa ha sido del secretario de (des) organización de la formación –si la cara es, como dicen, el espejo del alma, este sujeto la debe tener como el carbón-, al que han defenestrado a la semana de los comicios de Mayo.
Aquí, un apunte. El enlace se refiere al argentino como número dos de los comunistas. Yo había supuesto que, aunque sin un cargo orgánico relevante, la persona que más próxima se hallaba al poder supremo de los morados era la calientacamas del Chepas… lo que por fuerza la convertiría en número dos. Pero si el número dos es (era) el defraudador de la Seguridad Social, ¿qué era ella? ¿El número uno bis? Difícil de creer que Junior acepte compartir poder, ni siquiera con la madre de sus hijos. ¿El número uno y medio? Ridículo. En fin, ahí queda planteada la pregunta…
Seguimos. Para sustituir al porteño se han traido a un guanche, el diputado de las rastas, uno que, creo recordar, pasó cierto tiempo en prisión por algún tipo de delito que tenía que ver con agredir a alguien. Para justificar todos estos cambios de fichas (que, según ellos no tienen por qué llamar la atención) dicen que lo normal en cualquier equipo es la readaptación de las composiciones (aunque no aclaran qué demonios es, o son, eso de composiciones), al tiempo que califican de activo potentísimo al nuevo número lo-que-sea, que es también una persona muy comprometida con la causa que defiende Podemos (tampoco precisan qué causa es esa) y sostienen que puede hacer una grandísima labor.
Veremos cuánto queda de esos elogios después de la próxima debacle electoral que, esperemos, se produzca a no mucho tardar.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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