Lo
que voy a decir no es un pensamiento xenófobo, al igual que si dijera que
respeto a los británicos por seguir la máxima de con razón o sin razón, mi país es lo primero no sería una muestra
de anglofilia, sino simplemente la expresión de una opinión.
Y
lo que voy a decir es que los moros, en general, han sido unos aprovechados con
respecto a España. Lo fueron en 711 (aunque en aquella invasión diría que, más
que moros, los que venían eran los árabes), y lo fueron cuando usurparon una de las provincias españolas. No por falta de ganas moras de apropiarse de lo que
nunca fue suya es que conservamos las dos ciudades del Norte de África y el
archipiélago en el Atlántico.
Sin
embargo, el moro gurrumino –como no
recuerdo qué periodista llamaba al difunto padre del actual tirano marroquí-
hizo todo lo posible por fastidiar los intereses españoles. Su hijo también lo
intentó, pero como hacen siempre los moros cuando se les planta cara, salieron
por piernas. Sí, Perejil no es más que un islote, pero es nuestro.
Hace
tres semanas, Marruecos –es decir, el comendador
de los creyentes, porque en ese país se hace lo que su rellenita majestad
ordena, y punto- aprobó dos nuevas leyes marítimas por las que declaraba como
marroquíes aguas territoriales canarias (y, por lo tanto, españolas). La razón
de tal apropiación no era que le apeteciera tener más lugares en los que
bañarse, sino que bajo esas aguas se habían descubierto jugosos yacimientos
minerales.
Los
canarios protestaron. Pierre Nodoyuna, mientras tanto, a lo suyo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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