domingo, 2 de febrero de 2020

Enemigos de la libertad

La izquierda, al menos en España, no parece haber tenido nunca unas verdaderas convicciones democráticas. Más bien, todo lo contrario. Si por democracia entendemos no el ejercicio del sufragio activo, como defienden los golpistas catalanes –en tal caso, las credenciales democráticas del franquismo serían intachables-, sino la conjunción del Estado de Derecho y la libre expresión de la voluntad popular, ya desde su bautizo parlamentario las izquierdas se enorgullecieron de su disposición a pasarse la legalidad por el escroto cuando tuvieran por conveniente.
La izquierda española es, pues, totalitaria por esencia. Y precisamente por ello la coalición que sustenta (en su mayor parte) al Gobierno actual hace unas declaraciones que, no por falta de originalidad, resultan más aterradoras. En efecto, esa manifestación de que los hijos no pertenecen a los padres –de donde se deduce que pertenecerían al Estado- ya fue realizada décadas atrás por los dos peores totalitarismos que el mundo ha conocido: el nacionalsocialista y el soviético.
¿Y todo ello por qué? Pues porque, ante el nada disimulado propósito socialcomunista de lavar –o de ensuciar, vistas las cosas con las que persiguen adoctrinar- el cerebro a los niños desde su más tierna infancia, la derecha ha puesto, siquiera inicialmente, pie en pared, promoviendo el llamado pin parental, que permitiría a los padres decidir qué educación de valores reciben sus hijos.
La izquierda, naturalmente, ha reaccionado airada, además de haciendo chistes malos (como el de que a sus niños no se les enseña el arte barroco porque ellos son más bien neoclásicos), y amenazando con aplicar el artículo 155 de la Constitución –que probablemente pudieran, puesto que los partidos contrarios a la Constitución, entre los que incluyo al PSOE actual, gozan de una holgada mayoría- a Murcia, que es la primera comunidad autónoma en la que esta iniciativa ha tenido lugar.
Por otro lado, la rapidez del Gobierno para presentar recursos en algunas materias –como la que nos ocupa- y, por tanto, de judicializar la política, contrasta con su desidia en hacer lo propio en otras, como es el caso de las resoluciones flagrantemente ilegales de la asamblea legislativa regional catalana.
Para terminar, otro chiste sobre las declaraciones de las menistras, este sí gracioso: cuando dijeron que los hijos no son de los padres, lo que quisieron decir es que, en muchos casos, los hijos no lo son de quienes creen ser sus padres.
Está visto que todos los hijos de mil padres creen que el resto del mundo participa de su condición.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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