Ya
Jesucristo lo clavó cuando dijo lo de “ver la paja en el ojo ajeno y no la viga
en el propio”. Los seres humanos somos muy proclives a eso. Los políticos, más
aún. Y si son de izquierdas, y españoles, para qué vamos a hablar.
Mutatis
mutandis, lo mismo ocurre con el sentido del humor. Cualquier ataque que un
político de izquierdas haga, no ya contra un político de derechas, sino contra
cualquier cosa o persona que tenga a bien (o a mal) criticar será presentado
(por la izquierda, se entiende) como un ejercicio de la libertad de expresión. En
cambio, hasta el más mínimo comentario que quien sea haga sobre ellos, aunque
sea exclusivamente ad hominem (o ad mulierem), será tomado como un ataque
de tipo fóbico: decir que Zerolo como político no fue nada del otro mundo es
homofobia; decir que la calientacamas
está donde está por acostarse con quien se acuesta es machismo recalcitrante;
decir que el islam es una religión que defiende la violencia contra los infieles y denigra a mujeres y
homosexuales es islamofobia; y así sucesivamente.
Y
si hablamos del humor, las cosas se ponen peores. Puedes llamar Charlotín a Aznar, hacer chistes sobre
las víctimas del terrorismo, menores asesinadas o el holocausto, reírte de la
religión católica y de sus símbolos, y todo ellos es estrechez de miras de los
que se manifiestan ofendidos. Pero haz algo que alguien de izquierdas pueda
considerar que es mofa, befa y escarnio, y ya puedes irte preparando.
Es
lo que ocurrió hace un mes. El asistente técnico del grupo parlamentario socialista
en el Congreso de los Diputados publicó en Twitter un mensaje en el que denunciaba
que en la pantalla del ascensor de su comunidad había aparecido un fotomontaje
en el que se podía ver al presidente del Gobierno ataviado de pastor y rodeado
de ovejas con el mensaje El silencio de
los corderos:
Hola @AscensoresOtis ¿En qué parte del contrato de compra, instalación y mantenimiento del ascensor de mi comunidad consta que los vecinos tenemos que aguantar vuestras noticias tendenciosas y gracietas fachas?Agradecería una explicación. Gracias pic.twitter.com/RjxumLB6Yi
La
vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra también se sumó a la denuncia y
se dirigió directamente a OTIS para preguntar si forma parte de su política de
empresa atacar al Presidente del Gobierno de España. A esta pregunta tengo dos
respuestas. La primera es que quizá no forme parte de la política de empresa,
pero sí va en el sueldo de los políticos el aguantar los presuntos ataques. La
segunda es que el fotomontaje no criticaba a Sin vocales, sino a los que le siguen, presentándoles como lo que son:
una panda de borregos.
Quizá
por eso el político y la política se manifestaron tan ofendidos. Porque se
sintieron retratados.
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