Se
suele decir que el sistema español de pensiones es una especie de timo piramidal. Es decir, que por mucho
que se proclame que uno cotiza mientras está trabajando para, una vez jubilado,
poder cobrar una pensión, la realidad es que las cotizaciones de los que ahora
trabajan van destinadas a pagar las pensiones de los actuales jubilados,
mientras que las pensiones de los actuales trabajadores serán (serían)
sufragadas por las cotizaciones de los trabajadores del futuro.
Un
sistema así sólo se mantiene si la proporción entre trabajadores y jubilados se
mantiene dentro de unos determinados márgenes. Pero esos márgenes hace tiempo
que saltaron en España. Con una tasa de natalidad que sólo debe ser superior a
la del Vaticano, el hecho es que la población española está cada vez más
envejecida. Por ello, el agujero de la Seguridad Social es cada vez mayor, y el
Gobierno tiene que recurrir, año tras año, a préstamos del Tesoro Público para
poder sufragar las pensiones.
Una
manera de solucionarlo sería, evidentemente, reformar el actual sistema. Pero,
naturalmente, no hay político que se atreva a ponerle ese cascabel a ese gato. Mirando
más por su presente que por nuestro futuro, los políticos se pierden en tímidas
reformas, los de derechas, o en demagógicas proclamas, los de izquierdas.
Otra
manera sería, por así decirlo, prologando
el timo, es decir, elevando el número de cotizadores para que aporten los
fondos necesarios para sufragar el importe siempre creciente de la caja de las pensiones. Y aquí las
posibilidades también son dos: o emprender políticas de fomento de la natalidad
–algo que la izquierda, por su afinidad con la llamada cultura de la muerte (aborto y eutanasia), nunca hará-, o alentar
la inmigración.
Y
eso es lo que propone el nuevo titular de Inclusión, Seguridad Social y
Migraciones. Según él, habrá reforma de las pensiones; y será una reforma que
recortará las prestaciones de los futuros pensionistas a través del
endurecimiento de las reglas paramétricas (edad de jubilación, normas para el
cálculo de la base de la pensión). Pero también considera necesario que España
sea capaz de atraer a muchos millones de inmigrantes desde ahora a 2050. De hecho, es una condición imprescindible
para que salgan sus cuentas.
En
contra del nivel cultural o de cualificación profesional de estos inmigrantes,
que parece ser la preocupación de los autores del artículo (o autor, no me he
molestado en comprobar si es uno o varios), a mí lo que preocupa es la voluntad
de integrarse de esos inmigrantes. Porque si se trata de musulmanes que
mantienen sus costumbres y, lo que es peor, pretenden imponérnoslas a los
demás, por mí que se queden en su país. Prefiero morir libre que vivir
sojuzgado (bueno, esto es una declaración de principios, porque desde la
barrera es muy fácil torear; a saber cómo me comportaría llegado el caso,
aunque me gustaría pensar que así).
Llamadme
facha, pero así es como pienso.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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