domingo, 9 de febrero de 2020

Esperpento aeroportuario

En ocasiones, el comentar en el blog las noticias con retraso o desfase tiene el inconveniente de que, cuando sale la entrada (valga la contradicción), prácticamente nadie, salvo yo, se acuerde de la noticia (y, a veces, hasta yo tengo que pinchar en el enlace para recordar de qué iba la cosa).
Otras veces, en cambio, el paso del tiempo da perspectiva, o permite conocer toda la historia de un asunto que se desarrolló a lo largo de varios días. Este segundo escenario es el correspondiente a la noticia que comentaré hoy.
Todo comenzó con el aterrizaje en Barajas de un avión en el que viajaba la vicepresidente (y no vicepresidenta, repasemos las etimologías) del gobierno venezolano. Esta individua, de nombre Delcy (renuncio a saber el origen del nombrecito), tiene prohibida su entrada en el espacio Schengen: no puede sobrevolarlo, no puede aterrizar y no puede pisarlo. Si lo hiciera, debería ser detenida y expulsada.
Pues bien, el avión aterrizó y no fue detenida y expulsada. El ministro de Fomento (ya sé que el nombre del ministerio ha cambiado, pero nos entendemos) fue al aeropuerto, en un coche privado que no era al suyo. Allí pasó algo, y a la hora de dar cuentas ante los periodistas las versiones se fueron sucediendo una tras otra: no habló con ella; sí habló con ella, pero no la vio; si la vio, pero no para tratar nada con ella; sí trató con ella, pero fue para intentar evitar un incidente diplomático; no fue idea suya lo de ir, sino del ministro del Interior (alguien cuyas competencias tocan más de cerca el tema, salvo que por tratarse de un avión se pensase en el Fomento); no pisó suelo español; sí pisó suelo español, pero fue cosa de la policía. En cuanto a la parada, fue algo improvisado; no fue improvisado, porque la viajera tenía previsto reunirse con Pierre Nodoyuna y Patán (¿cómo, dónde, para qué?). Y esto último no ha sido desmentido todavía por los de la mano y el capullo…
A todo esto, ¿cuáles son los hechos? Que el ministro implicado, que ha mentido varias veces (suponiendo que alguna de sus versiones sea verdad, las demás no lo serían), se ha atrincherado en el cargo, dice que no le echa nadie y su jefe de filas le respalda, aunque la oposición pida su cese; que el Gobierno español tuvo que autorizar en origen la orden de vuelo del avión de marras; y que la interfecta –estalinista pero millonaria, hija de un secuestrador y educada en París- usó el teléfono móvil del ministro para amenazar a Sin vocales diciéndole que si recibía al presidente encargado de Venezuela –finalmente, no lo hizo, aunque hace un año lo reconociera, si bien a regañadientes-, no podrían avanzar (¿en qué?).
Si esto no es ir camino de ser una república bananera, que baje Dios y lo vea.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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