sábado, 23 de junio de 2018

Cesarismos

Cayo Julio César quizá fuera un cínico y un político sin escrúpulos, pero también dejó un puñado de frases para la posteridad. Una de ellas es aquella de que la mujer de César no sólo tiene que ser honesta, sino también parecerlo.
Sin vocales ha tenido su primera crisis de Gobierno antes de que se cumpliera una semana desde la toma de posesión de los nuevos ministros. En concreto, el titular de Cultura y Deporte fue el afectado, ya que hace años cometió un fraude fiscal (de doscientos mil euros, que se dice pronto) que, aparentemente, olvidó comentar a su presidente cuando le propuso ser ministro; según él, por ser una cuestión privada.
El que algunos ya empezaban a llamar Mínimo Huerta descartó dimitir y afirmó que su supuesto fraude se debió a que cotizaba como sociedad y Hacienda revocó esa manera de tributar y pagué. En Moncloa se limitaron a decir que estaban en contacto con el ministro (¡qué menos!) y que esperaban poder aclararlo. Como si les hubieran oído, los técnicos de Hacienda acudieron prestos y aclararon la cosa: no hubo tal cambio de criterio.
Como la hemeroteca digita es uy mala, y los culturetas progres muy tontos (en el sentido que no dejan pasar la oportunidad de dejar pasar la oportunidad de meter la pata… que la meten y a conciencia, vamos), resulta que hace años el presunto defraudador escribió en Twitter que estar al día con Hacienda ya no se lleva. Al menos en eso fue coherente.
Pdr Snchz mantuvo a Huerta, aunque varios cargos de su partido le comunicaron que la situación era insostenible. Junior pidió su dimisión inmediata. Y Mínimo dimitió, aunque si abandonar su pose chulesca y prepotente, al decir que la inocencia no vale nada contra esta jauría.
Para remate, una predecesora en el ministerio, González Sindescargas tuvo la desfachatez de decir que veía justo evadir al fisco, pero sólo cuando eres artista (y de izquierdas, se le olvidaría añadir). Además, se reveló que el titular de Agricultura estaba (y sigue) imputado por consentir robos de agua en Doñana.
Ahora, supongamos que el afectado hubiera sido artista que fuera ministro de un gobierno del PP. ¿se mostraría Sindescargas tan comprensiva con la defraudación? ¿Consideraría Mínimo que la prensa era una jauría por destapar el pufo?
Son preguntas retóricas, por supuesto…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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