lunes, 11 de febrero de 2019

Mal empezamos

Es lo que pensé cuando leí el titular de que Los golpistas presos podrán declarar sin grilletes, en catalán y sentados en el Supremo. Luego, mientras me preparaba para escribir esta entrada, maticé un poco mi valoración, aunque en términos globales es que la cosa sigue sin gustarme ni un pelo. Pero vamos por partes.
Que los golpistas puedan declarar sin grilletes no me parece nada excepcional. Que yo recuerde, hasta los peores asesinos etarras han declarado sin grilletes en la Audiencia Nacional. Eso sí, en una cabina acristalada, enjaulados como las alimañas que son y separados de la gente normal.
Que los golpistas puedan declarar sentados tampoco me parece nada del otro Jueves. Nos hemos hartado de ver escenas de juicios recientemente, y todo bicho viviente, de Rodrigo Rato hasta… bueno, ahora no recuerdo a ninguno en concreto, pero cualquiera me valdría, todos, digo, han declarado sentados. Más o menos chuletas, según el temperamento y la idiosincrasia de cada uno, pero sentados.
Lo que no me gusta nada es lo que declaren en catalán. Como no me canso de repetir, el artículo 3 de la Constitución Española establece lo siguiente:
El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos.
¿Son españoles los acusados? Sí, aunque les fastidie. ¿Se va a celebrar el juicio en una comunidad autónoma con lengua cooficial? No. Pues entonces el proceso debería desarrollarse íntegramente en español. Se me ocurren dos razones para que esto no sea así, una sarcástica y otra mucho más seria. La primera es que, dado el nivel de ahogamiento lingüístico (llamarlo inmersión es ser suaves en exceso) que ha tenido lugar en Cataluña durante las últimas cuatro décadas, es posible (hasta probable) que los acusados no sean capaces de expresarse (aunque estén legalmente obligados a ello) en la lengua de Cervantes y santa Teresa (los de verdad, no los de los iluminados catetonios); y como no sería culpa suya, sino de aquellos que han tenido la responsabilidad de la política educativa regional catalana, sería cargar sobre sus espaldas algo que es responsabilidad de otros.
La segunda es curarse en salud: permitiéndoles declarar en el dialecto del occitano que se habla en Barcelona, se evita la posibilidad (ridícula en términos jurídicos, pero posibilidad al fin y al cabo) de que aleguen indefensión por no poder declarar en el idioma de su elección.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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