La
verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero. Y una mentira, por muchas
veces que se repita, no será cierta, aunque haya gente dispuesta a creerla.
La
estrategia de defensa de los golpistas catalanes parece ser la de sostener que
el proceso en el que son acusados constituye un ataque a los derechos y
libertades fundamentales de no se sabe quién o qué, si ellos mismos, los
catalanes en general o Cataluña así en abstracto.
Dejando
aparte el hecho de que las regiones, por muchas ínfulas que se den, no tienen
derechos (quienes los tienen son las personas), y que ni mucho menos la mitad
de los catalanes estaba a favor de la secesión, la fiscalía parece estar, de
momento, manteniendo el tipo y diciendo las cosas muy claras: con el butifarrendum II, en Cataluña se violó
la Constitución con métodos violentos.
Y
por si hiciera falta más, a confesión de parte no hay nada más que añadir: en
la cadena antenicida, el nada
honorable Chistorra ha dicho, con
todas las letras, que ellos ponen la voluntad de la gente por delante de la ley.
Más
claro, agua.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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