sábado, 20 de julio de 2019

Aptitud y actitud

Vamos a suponer que los ecologistas sandía (verdes por fuera, pero rojos por dentro), ecolojetas y demás compañeros mártires no son malas personas. Asumamos que son un grupo de individuos con un gran corazón y un pequeño cerebro: seres llenos de buenas intenciones pero más bien inútiles cuando se trata de llevarlas a la práctica.
Pero es que los hechos demuestran que esa suposición supone un gran esfuerzo de suspensión de la incredulidad. Porque, como declaran los bomberos forestales –personas que verdaderamente se juegan la piel luchando contra la plaga de los incendios-, los de Grimpís no van a ayudar después del incendio: son, pues, activistas de oficina.
Más reprobable (por delictivo) es la actuación de las asociaciones llamadas animalistas. Leyendo simplemente el titular (Los animalistas"salvan" perros y eluden el socorro de discapacitados y monjas en los incendios de Toledo), se podría pensar que se trata de animatontos, esa variante de los ecolojetas a la que, en su pretendido afán por proteger a los animales, no se les da un ardite (Rhett Butler dixit) lo que les pueda ocurrir a los seres humanos. Sin embargo, cuando uno profundiza en el artículo puede comprobar la abyección moral (lo de miseria se queda tristemente muy corto) de semejantes despojos humanos.
Tenemos así las declaraciones de una alcaldesa de una localidad de la zona. La edil es del PSOE, así que, en principio, no cabe considerar la posibilidad de animadversión ideológica (que alguno podría plantearse si la munícipe fuera, por ejemplo, del PP). Esta mujer ha declarado que vio a varios animalistas prendiendo fuego a fincas para robar los animales. ¿Y por qué hacen esto? La razón es muy sencilla: el vil metal. Como tantas otras sedicentes oenegés, que de nogé tienen lo que yo de arzobispo de Constantinopla, viven de las subvenciones. Y para obtenerlas, esas protectoras necesitan tener animales.
Así queda mucho más explicado el que los vecinos que están intentando recuperar a sus animales sean chantajeados por las protectoras, que están pidiendo dinero a los dueños si quieren volver a ver a sus perros, o que veterinarios pertenecientes a las organizaciones animalistas, estén quitando los chips para que los perros no puedan ser localizados.
Así pues: o torpes, o malos, o torpes y malos. Si estos son los defensores de la Naturaleza, más le valdría a ésta representarse a sí misma…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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