martes, 16 de julio de 2019

Esto no hay quien lo entienda

En la política española no hay cultura de diálogo. Ni en la reciente, ni en la anterior (en el franquismo no se dialogaba, el Caudillo mandaban y los demás obedecían), ni en la previa (el modo de dialogar de la izquierda cuando perdían unas elecciones oscilaba entre el golpe de Estado y el fraude electoral, pasando por el asesinato de los rivales), ni en ninguna.
Por ello, cabría disculpar a unos y a otros (derechas e izquierdas, izquierdas y derechas) la extraña manera en que gestionan las negociaciones para recabar u ofrecer apoyos para gobernar. Tan pronto se procede a un reparto previo de carteras ministeriales sin encomendarse ni a Dios ni al diablo como se habla de derechita cobarde o, más recientemente, se llama acojonado y lameculos a un dirigente político para pedirle que negocie como gente normal.
Hasta donde yo sé, la gente normal, cuando se la llama acojonado y lameculos, lo que hace, aunque pudiera serlo (a nadie le gusta que le echen las verdades a la cara), es pillarse un cabreo de tres pares de dídimos y mandar al interlocutor a freír espárragos (trigueros, probablemente).
Va a ser por eso que servidor no es probable que entre en política…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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