martes, 23 de julio de 2019

Camino a la perdición

La última vez que los comunistas entraron en el gobierno de España tuvimos tres años de guerra civil y tres décadas y media de (vamos a aceptarlo como concesión dialéctica) dictadura.
Uno pensaría que los españoles habrían escarmentado, pero no: entre el pueblo que olvida su Historia está condenado a repetirla y el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, parece que los habitantes de la piel de toro (y archipiélagos aledaños) están decididos a demostrar la validez del refranero.
Partamos de un punto evidente: Podemos –vamos a dejarnos, por una vez, de motecitos- son comunistas (no por algo los llamo neocom). Comunistas de boquilla, claro está, de esos que defienden el reparto de la riqueza pero que, en cuanto pueden, viven como los burgueses a los que tanto critican (Marx fue el primero): no hay más que ver el casoplón que se han agenciado el Chepas y su calientacamas en cuanto han tenido ocasión.
Sin vocales y Junior se detestan. No sé si personalmente, pero sí políticamente. Los dos quieren ser el gallo en el gallinero, el único gallo, y no se molestan en disimular su soberbia y su ambición. El primero, expulsado de Ferraz, se dio una vuelta por España para regresar en loor de multitudes y primero recuperar la secretaría general de su partido, y luego –a lomos de una coalición Frankenstein- alcanzar la presidencia del Gobierno de España. El segundo pretendía tomar el cielo al asalto; que ahora esté dando un rodeo –sólo puedo imaginar lo que le habrá supuesto tragarse, siquiera temporalmente, el sapo de no ser ministro- no quiere decir, ni mucho menos, que haya renunciado a su objetivo último de ser califa en lugar del califa.
Dicho lo cual, este fin de semana saltaba la noticia de que la única conjunción de formaciones con unas ciertas posibilidades de salir adelante –esto es, socialistas y neocom- hacía eso, salir adelante, merced a la renuncia citada de Junior a portar una cartera ministerial. La bocachancla de la vicepresidente del Gobierno se apresuró a declarar que ambas formaciones ya negociaban programa y ministerios, y que no habían perdido ni un instante (la vergüenza es otra cosa, desde hace mucho tiempo).
Cómo serían las cosas que los neocom ya veían a la calientacamas de vicepresidente, afirmando que tal posibilidad no debía descartarse. Nunca una ministrable había llevado a efecto de manera simultánea y de modo tan perfecto aquello de otro vendrá que bueno te hará y el principio de Peter: si su compañero de vida, que diría el circunflejo, es un tuercebotas con título de doctor, esta inane ha sido, según Wikipedia, becaria de doctorado. Sea lo que sea eso.
Sin embargo, llegado el comienzo de la sesión de investidura, parece asomar un rayito de luz para los que amamos España: hay rumores de ruptura entre PSOE y Podemos, y se habla de bloqueo total y de encallamiento. No caerá esa breva…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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