miércoles, 3 de julio de 2019

No hay peor ciego que el que no quiere ver

Al entramado golpista catalán –partidos políticos, grupúsculos violentos, colaboradores necesarios y cobardes que no se oponen- suele molestarle sobremanera que les comparen con el partido nacionalsolcialista alemán de hace un siglo. Será, probablemente, porque las concomitancias (no estoy absolutamente seguro de que el término sea absolutamente correcto, pero suena bien) son indiscutibles.
Los nazis hablaban del espacio vital y del gran Reich; los golpistas, de los países catalanes. Los nazis creían en la superioridad de la raza aria; los golpistas consideran a los españoles (al resto de los españoles, se entiende) poco menos que bestias con forma humana. Los nazis decían que los judíos desangraban a Alemania; los golpistas afirman sin rubor que España les roba, mientras evaden capitales a manos llenas. Los nazis impusieron el alemán con exclusión de toda otra lengua en, por ejemplo, Alsacia y Lorena; los golpistas obligan a que no se use otra lengua española que el catalán (no he hecho comprobaciones, pero apostaría que contra vascuence, gallego o portugués no tienen nada). Los nazis estigmatizaban a aquellos que no pensaban como ellos, tildándolos de anti alemanes; los golpistas hacen lo propio, considerando como anti catalán todo aquello que les critique, siquiera mínimamente.
Hace un par de semanas saltó a los medios la noticia de que una profesora había pegado a una niña de diez años por pintar una bandera de España. A pesar de la reacción furibunda de los pro golpistas –esos que organizan excursiones escolares donde se corean gritos a favor de los políticos presos-, se acumulan los indicios que avalan la denuncia de los padres: la profesora daba sus clases con el lazo amarillo en la solapa, fueron los compañeros de la niña quienes advirtieron a la madre de la agresión y la expulsión de clase de la pequeña, y en el colegio se vigila que en el patio los niños no hablen español y si un alumno habla español pierde puntos toda la clase y toda la clase se queda sin golosinas.
Y, a todo esto, las autoridades regionales no ven motivaciones ideológicas en la profesora.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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