domingo, 29 de diciembre de 2019

Enfriando la cuestión


Como suelo repetir cada vez que sale el tema, en relación con el llamado calentamiento global o cambio climático mantengo una postura que, para resumir, podríamos englobar dentro de los escépticos, y que se resume en los siguientes puntos:
  1. Es posible que el clima esté cambiando. Pero ese cambio es algo consustancial al propio clima, pues de no cambiar estaríamos en un mundo muerto.
  2. No acepto que ese cambio sea en el sentido de un calentamiento, y mucho menos global. Podría admitir el término si le añadieran entre ambas palabras la matización medio. Quizá sería más acertado decir que vamos hacia unas temperaturas menos, valga el retruécano, atemperadas (en el sentido de más extremadas, por arriba y por abajo).
  3. Discuto también que ese cambio climático o ese calentamiento global sea antropogénico, es decir, debido a la intervención humana, en todo o en su mayor parte. Tengo un concepto más humilde del papel que juega el ser humano en el esquema general de las cosas.

Apoyo todo lo anterior en una serie de puntos:
  1. Si el cambio climático es irreversible, como dicen los catastrofistas, nada de lo que hagamos servirá, por definición, para revertirlo.
  2. Si lo que anuncian los alarmólogos es cierto, no se sabe por qué entonces falsean estadísticas, sacan las cosas de contexto o, por decirlo claramente, mienten descaradamente.
  3. Los calentólogos llevan anunciando el fin del mundo (metafóricamente hablando) casi tanto como los mormones, los testigos de Jehová o no sé qué iglesia protestante. Y, como ellos, han tenido que ir retrasando la fecha una y otra vez, porque lo que vaticinan nunca llega.
  4. Cuando se les lleva la contraria, o siquiera se cuestionan sus postulados, los apóstoles del calentamiento dicen que no opinar como ellos es una sandez, o término equivalente (no recuerdo exactamente el término, pero yo estuve como espectador en uno de esos intercambios de opiniones). O se les llama, directamente, fanáticos.
  5. No es cierto que haya un consenso científico sobre el tema. Lo que pasa es que los que apoyan el postulado del calentamiento global chillan mucho más (para muestra, Greta Thunberg).
  6. Los defensores del cambio climático muestran comportamientos que se compadecen muy poco con lo que dicen: Albert Gore viaja en reactor privado y tiene una mansión que consume tanta electricidad como una ciudad pequeña; Barack Obama se compra una mansión en la costa que, de ser cierta la subida del nivel del mar que dice que se producirá, quedaría bajo las aguas a no mucho tardar; y así sucesivamente.
  7. Las críticas sobre el desastre ecológico se dirigen contra los países capitalistas, singularmente Europa y Estados Unidos. Sin embargo, las mayores tragedias medioambientales se produjeron y se producen bajo regímenes comunistas.

En resumen, como todos los ismos actuales –feminismo, ecologismo, etcétera-, no son más que una fachada bajo la que se oculta el más totalitario de todos ellos: el marxismo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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