martes, 24 de diciembre de 2019

Guía del autoestopista galáctico

Leí este libro, y quizá alguno de los que le siguen, hace ya bastantes años (probablemente más de media vida). Quizá, incluso, lo leyera en inglés. Sin embargo, no fue hasta hará año y medio que pude adquirir la saga completa (que, ya puestos, es como me gusta leerme a mí las historias en varios volúmenes… ¿has oído, George R. R. Martin?).
En el ínterin (entre la compra y la lectura), aproveché y me vi la película… de la que no recordaba, entre otras cosas, que el protagonista fuera Martin Freeman, el Watson se Sherlock y el Bilbo del Hobbit de Peter Jackson. Pero a lo que vamos.
La obra es entretenida. En la pura línea del humor satírico inglés, que con suavidad pero con firmeza, no deja títere con cabeza (sí, soy consciente de que acabo de hacer un pareado), y se mete con (casi) todo lo divino y lo humano, y bastante de lo de entremedias.
Un último detalle, quizá irrelevante pero curiosamente de acuerdo con el surrealismo de la obra. El día de Nochebuena, por la mañana, me pasé por el banco a hacer una gestión. Previendo la posibilidad de tener que esperar cola, me llevé el libro. No tuve que esperar demasiado, y ya estaba terminando la gestión cuando la chica –llegada cierta edad (la mía), uno considera a todas las mujeres de las que no puede afirmar que sean indubitadamente mayores que él como chicas- que me había atendido me preguntó que qué libro estaba leyendo. Cuando le dije el título, me contestó Ah, sí, es un libro de autoayuda, ¿no?
Me huelo que a Douglas Adams podría haberle hecho gracia. A mí me la hizo.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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