Según la propia izquierda, son los epígonos de Marx los que son verdaderamente feministas, mientras que la derecha sería una especie de heteropatriarcado machista y retrógrado.
Vamos a dejar de lado el hecho de que, por
ejemplo, durante la segunda república española fueran las izquierdas (hombres y
mujeres) las que se opusieron virulentamente a conceder el derecho de sufragio
activo a las mujeres (porque estarían dominadas por los curas, decían),
mientras que políticas de derechas como Concepción Arenal defendían ese
derecho. Afortunadamente para las mujeres, ganó la posición de las derechas.
Pero eso es otra historia. Centrémonos en el
último cuarto de siglo, cuando un político del partido de la mano y el capullo se
definió como rojo y feminista, y otro dijo que era feminista porque era
socialista. Este último fue el que luego se iba de putas y colocaba a sus sobrinitas
en puestos en la administración pública, puestos en los que no tenían que hacer
nada más que cobrar.
Ese partido en el que el secretario general
en ejercicio financió su campaña en las primarias con fondos provenientes,
entre otras fuentes, de negocios de prostitución homosexual. Ese partido en el
que, durante la pandemia, se organizaban orgías en paradores nacionales
mientras la delegada en la región del desgobierno socialcomunista no se
enteraba de nada. Ese partido en el que, figura tras figura y cargo orgánico
tras cargo orgánico, han ido saliendo casos de acoso sexual y laboral de lo más
chabacano.
Ese partido en la que la inope ex delegada
del gobierno cena con un acosador -al que iban a nombrar secretario de
organización del partido, toma nísperos- y un mes después califica las
acusaciones contra el mismo de vomitivas. Ese partido en el que un
periódico comunista describe al acosador como un Harvey Weinstein en potencia (anda que no se montan películas). Ese partido en el que el
secretario general va a una entrevista-masaje y la entrevistadora-masajista,
reconocida feminista, se olvida de preguntar por el escándalo al entrevistado-masajeado.
Con feministas así, que viva el machismo.

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