Junior y sus muchachos se presentaron a sí
mismos como los que iban a terminar con lo que ellos llamaban la casta, identificando con ese término
a los partidos establecidos, tradicionales. Es decir, que consideraban, al modo
de esos zafios creadores de lemas, que PSOE
y PP, la misma mierda es.
Celebradas las elecciones autonómicas
andaluzas, parece que el pueblo no se muestra tan dispuesto a poner en sus
manos todo el poder, tal y como las encuestas y sus propias aspiraciones
vaticinaban. Sí, han obtenido un buen resultado; uno excelente, si se quiere,
para un partido que se presentaba por primera vez a unas elecciones no europeas
(es decir, unas elecciones de verdad,
donde los ciudadanos se juegan directamente las lentejas); pero no han pasado
de ser la tercera fuerza política, por detrás de los dos partidos de siempre. Es decir, que los
paleocomunistas se han ido, pero no del todo, y los neocomunistas han llegado,
pero tampoco del todo. Y con el otro niño
bonito de la política, Ciudadanos, soplándoles en el cogote.
Como fuera del poder se pasa frío (y,
no nos engañemos, tener representación parlamentaria está bien, pero lo
verdaderamente jugoso es pillar cacho
en el presupuesto), el Coletas se ha
puesto las pilas y ha enviado a una persona de su confianza a negociar con la
gestante presidente en funciones de la Junta de Andalucía, al tiempo que ha
anunciado su intención, llegado del caso, de apoyar al PSOE para que Teófila Martínez no sea alcaldesa de Cádiz nuevamente.
Es decir, que para estos rojos del siglo XXI, toda la casta es lo
mismo… pero alguna casta es más casta que el resto. O menos, según se mire.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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