En la época en que se destapó el
asunto de los GAL, el uso de fondos reservados para la guerra antiterroristas
(una guerra bastante chapucera, todo hay que decirlo) y demás, el entonces
presidente del Gobierno de España dijo que de todo aquello se había enterado
por la prensa.
Mi comentario de entonces fue que,
dijera la verdad o mintiese, la cosa era grave. Si era verdad, porque al timón
de la nación estaba un inútil que no se enteraba de lo que hacían los miembros
de su gobierno; si era mentira, porque era un miserable capaz de todo por
cubrir su miserable culo. Lo resumía diciendo o es un gilipoyas o es un hijoputa, y en cualquier caso eso es malo
para España.
Ahora, la cosa se repite con las
declaraciones del expresidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán.
Primero, su mano derecha cuando era Consejero declaró que no se leían los informes de la Intervención porque eran
muchos (cien al año: casi cuatro días para leerse cada uno no parece tiempo
escaso), y que además no se los pasaba a su superior.
Lógicamente, Griñán ha negado en sede judicial conocer los informes donde se advertía de las irregularidades de los ERE (por una vez ha dicho algo que es cierto),. Luego, con desparpajo sin
igual, ha añadido que cree que no hubo un
gran plan pero sí un gran fraude con los ERE. Es decir, que robaron a manos
llenas, pero que no tenían la intención previa de hacerlo.
Por una vez, Karl Marx dio en la diana…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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