sábado, 11 de abril de 2015

El corredor del laberinto

Iba a empezar esta entrada diciendo que no recordaba si primero vi la película y luego supe de la existencia del libro, o si fue al revés. Pero al buscar el dato de la compra –sí, procuro poner en mis libros cuándo los he adquirido- he comprobado que vi la película y un día después compré los libros, así que ya sabía de la existencia de los mismos antes de ver la película (ya que los compré por Internet).
No recuerdo detalles concretos de la película, y más bien los he redescubierto al leer el artículo correspondiente en Wikipedia. Sin embargo, puedo decir que, como suele ocurrir, el libro es superior a la película (sin entrar en el grado de calidad absoluto de uno y otra).
El tono está bastante bien conseguido. El autor es aquí el único omnisciente, el que lo sabe todo (aunque la historia está contada en cierto modo desde el punto de vista de Thomas, ya que son sus pensamientos, sensaciones y sentimientos los únicos que el lector conoce; en el caso de los demás personajes, el lector los ve a través de Thomas). Ni uno sólo de los personajes tiene una percepción clara de su situación ni de las causas de la misma, si exceptuamos a alguien (o álguienes) que aparece en el último par (literalmente) de páginas. Los personajes no hacen más que recibir palos sin saber de dónde les vienen, y por lo poco que llevo leído del segundo volumen de la trilogía, la cosa lleva el mismo camino.
En cuanto a que la obra pudiera parecerse a Los juegos del hambre, ni por lo más remoto, salvo en el hecho de que los protagonistas son adolescentes y que las pasan canutas. Es como decir que Crepúsculo se parece a Drácula porque en ambos aparecen vampiros.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

No hay comentarios: