El comunismo es una ideología del
siglo XIX. Ni siquiera de finales del mismo, sino de mediados. Y, aunque en la
primera mitad del siglo XX recibió ciertas reelaboraciones (o eso quiero creer,
no es un tema que me apasione, la verdad) por parte de dos asesinos de masas
como Lenin y Mao (renuncio a escribir la segunda parte del nombre del genocida
chino, puesto que la trasliteración al alfabeto latino puede haber variado
desde la última vez que la miré), no deja de ser una ideología decimonónica,
que ha causado más sufrimiento a la raza humana que cualquier otra a lo largo
de la historia (incluidos los fascismos, menos duraderos y, aunque más
intensivos en sus masacres y quizá en su inhumanidad, con un número de víctimas
incomparablemente menor).
Que una ideología que apenas ha
variado en los dos siglos transcurridos desde su nacimiento pretenda seguir
siendo una opción válida en democracia resulta patético (y trágico, cuando consigue
el poder). Por ello, que los paleocomunistas españoles vean cómo al fin les
alcanza la marea de la historia y consideren que su fin se acerca no es un
drama.
Sería un alivio si, según las
encuestas, no hubiera tantos dispuestos a votar a los neocomunistas, que ya
hemos visto de lo que son capaces arruinando países.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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