miércoles, 8 de abril de 2015

Ni un minuto demasiado pronto

El comunismo es una ideología del siglo XIX. Ni siquiera de finales del mismo, sino de mediados. Y, aunque en la primera mitad del siglo XX recibió ciertas reelaboraciones (o eso quiero creer, no es un tema que me apasione, la verdad) por parte de dos asesinos de masas como Lenin y Mao (renuncio a escribir la segunda parte del nombre del genocida chino, puesto que la trasliteración al alfabeto latino puede haber variado desde la última vez que la miré), no deja de ser una ideología decimonónica, que ha causado más sufrimiento a la raza humana que cualquier otra a lo largo de la historia (incluidos los fascismos, menos duraderos y, aunque más intensivos en sus masacres y quizá en su inhumanidad, con un número de víctimas incomparablemente menor).
Que una ideología que apenas ha variado en los dos siglos transcurridos desde su nacimiento pretenda seguir siendo una opción válida en democracia resulta patético (y trágico, cuando consigue el poder). Por ello, que los paleocomunistas españoles vean cómo al fin les alcanza la marea de la historia y consideren que su fin se acerca no es un drama.
Sería un alivio si, según las encuestas, no hubiera tantos dispuestos a votar a los neocomunistas, que ya hemos visto de lo que son capaces arruinando países.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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