En este tercer volumen de la saga de Gregor, los traductores han vuelto a apostar por ser creativos en la traducción
del título, ya que el mismo debería haber sido La maldición de los sangrecaliente. Pero vamos, ya he visto que
ésta será la tónica general en toda la serie.
Nuevamente, Gregor se ve requerido
desde las Tierras Bajas para, participando en una coalición de varias especies,
lanzarse a la búsqueda de la solución a la amenaza que se cierne sobre ese
mundo subterráneo y que, como de costumbre, Bartholomew de Sandwich previó en
sus profecías (que ya es casualidad que se refieran todas a un lapso tan breve
de tiempo).
Este libro, ligeramente más largo que
los anteriores (unas veinte páginas más), presenta nuevos personajes y
especies, de los cuales no todos llegarán al final del libro, así como la
reaparición de algún personaje desaparecido y la revelación de que ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos... ni los tontos son
tan inútiles como cabría presumir. A diferencia de los anteriores, no tiene
agradecimientos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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