Una de las entradas que tenía programadas antes de
la desaparición del fichero a que me referí hace unos días hacía referencia a
las presuntas manifestaciones del alcalde de Cádiz, llamando nazi a Angela Merkel delante del cónsul
alemán en la ciudad. Incluso tenía título preparado, Naziendo amigos. Luego hubo dimes y diretes, que si dijo o dejó de
decir o no dijo en absoluto. Sin embargo, si
non e vero e bren trovato.
En cualquier caso, debería haberse puesto en
contacto con su colega en el ayuntamiento de Madrid para decirle que no dijo lo
que van diciendo que dijo, porque luego pasa lo que pasa: que el tuitero
contumaz lanza un mensaje en el que apoya al gaditano y compara a los alemanes con los nazis. Luego lo retiró, porque consideraba que se estaba utilizado en
un sentido diferente al que él quería. Es decir, que los españoles (de
derechas, principalmente) somos tontos, malpensados y sin sentido del humor,
porque siempre nos tomamos las salidas de tono de estos zarrapastrosos en el
peor de los sentidos posibles.
Lo que ocurre, en realidad, son dos cosas. Primero,
que estos ígnaros no se han dado cuenta de que están en política, pero la de
verdad, no la de la calle, y que cualquier cosa que digan, hagan o escriban va
a ser mirada con lupa. No siguen en la situación de delinquidores en que nació
el 15-M, sin responsabilidad ninguna. Su conducta va a tener repercusiones (o
debería). Es como si yo (Dios no lo quiera, ni para mí ni para España)
adquiriera responsabilidades públicas: debería aprender a morderme la lengua (o
la tecla), o bien afrontar las consecuencias de las manifestaciones que hiciera
de mis opiniones.
Y segundo, que como en España sale gratis todo si
eres de izquierdas o necionanista,
desde asaltar un supermercado a pasarte las leyes y sentencias de Madrit por el epidídimo, pasando por
llamar al adversario político lo que se te pasa por el vacío intracraneal, se
deben haber pensado que allende nuestras fronteras ocurre lo mismo. Y no es
así. Ahí fuera, en general, son gente seria, que no permite bromitas con los
buenos modales (ya hablaré de eso dentro de unos días), los símbolos
nacionales, el respecto a la verdad y al adversario político.
Les llamaría rojos
de mierda de no ser porque creo que, en realidad, lo que son es una mierda
de rojos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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