Escribí hace tiempo en Facebook, en
tono de cierta guasa, que como conservador que soy me producía bastante temor
la llegada de los perroflautas a las
instituciones, puesto que amenazaban con cambiar ese estado de cosas que tanto
criticaban (con cierta razón); añadía que mis temores eran infundados, puesto
que en la mejor tradición lampedusiana, las cosas han seguido exactamente
igual. Es decir, que llegados al poder, se han comportado exactamente como los
revolucionarios europeos de la primera mitad del siglo XIX, que en cuanto
ocupaban la poltrona se apoltronaban y habían de ser desalojados por los
siguientes revolucionarios… que, a su vez, no tardaban apenas en apoltronarse.
Y parece que las azules aguas del
Mediterráneo hacen más fácil el apoltronamiento, porque la antigua adalid de la
plataforma de afectados por las hipotecas (tarea verdaderamente altruista la
suya, puesto que nunca se ha visto afectada por hipoteca alguna), además de
colocar a su pareja en un puesto municipal, ha echado a tres personas de un inmueble municipal (algo me dice que Adita
no va a ser precisamente la más popular en la próxima asamblea de ocupas
catalanes).
Un poco más abajo, en la Comunidad
Valenciana, todos los grupos en la asamblea legislativa, de la más rancia
derecha a los rojos más rojos, han alcanzado el consenso de asignarse a sí mismos iPhone 6 para todos. Pillados
con las manos en la masa, las excusas han sido de lo más variadas y
contradictorias (y por ello precisamente, probablemente falsas): que si los han aconsejado por seguridad (¿quiénes?), que si cuesta cambiar las inercias…
cuando la verdad es que, reconozcámoslo, los teléfonos de la compañía de la
manzanita son muy cucos y entran muy bien por los ojos.
Lo dicho, que los antisistema se han
sistemizado de lo más rápido…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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