Dice bastante poco (bastante poco bueno,
se entiende) de la judicatura española el que se divida en conservadores y progresistas.
No tengo datos concretos, pero me jugaría el cuello a que la división la
establecieron precisamente los sedicentes progresistas,
esos que se agrupan en la asociación de Jueces
para la democracia, como si cuarenta años después de la muerte de Franco
hubiera que seguir trabajando para la
democracia. Y si es así, aviados vamos.
Tampoco tengo datos concretos, pero
volvería a apostarme la cabeza a que los llamados jueces estrella de la Audiencia Nacional están encuadrados
mayoritariamente, si no en su totalidad, dentro de la sedicente asociación progre. Son esos jueces que no ocultan
sus simpatías por unas determinadas opciones políticas, llegando incluso a ir
encuadrados en sus listas. Son esos jueces que hacen una interpretación de la
Ley no sólo avant la lettre, sino
incluso avant l’esprit, podríamos
decir. Son esos jueces, en fin, que archivan una querella contra un concejal neocom por desprecio a las víctimas del
terrorismo, de la Shoah y de los asesinatos más execrables producidos en España
sólo porque una de las insultadas (que no ofendidas, ya que no ofende quien
quiere, sino quien puede) manifiesta que no se siente ofendida.
Afortunadamente, el Ministerio Fiscal recurrió dicho archivo, porque la insultada que perdonó no fue la única
insultada. De hecho, la inmensa mayoría de los insultados no pueden disculpar
al gañán. Básicamente, porque están muertos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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