martes, 7 de julio de 2015

Gregor V. La profecía final

Para no perder las buenas costumbres, los traductores vuelven a titular este quinto (y último) volumen de las crónicas de las Tierras Bajas como mejor les parece, y sustituyen el Código de la Garra por una profecía final que ni es exacta ni es correcta.
Por lo demás, el volumen es un poco más largo que los precedentes, pero se lee igual de deprisa (o más). La tensión va en aumento y ni los personajes ni el lector tienen apenas un momento de respiro. Hay también algunos giros argumentales algo sorprendentes, y como de costumbre hasta los aparentemente más inútiles juegan su papel. Por el contrario, no me gusta el final. Si alguien que no sea yo lee esto, y sabe qué tipo de finales me gustan, ya sabrá a qué me refiero. Si no lo sabe, tampoco voy a destripárselo.
En cuanto a la saga en su conjunto, no se puede decir que sea demasiado original, incluso teniendo en cuenta aquello de que no hay historias nuevas, sólo nuevas maneras de contarlas. La autora ha tomado todas las fantasías de monstruos gigantescos, civilizaciones perdidas y aventuras infantiles y ha fabricado un cóctel bastante decente. No acaba de convencerme eso de que todo el mundo, desde la abuela senil a la vecina vidente, pasando por la madre pluriempleada (o casi) y la genio de las matemáticas tímidas, se tomen con tanta naturalidad el hecho de que unos kilómetros por debajo de su casa exista un mundo en el que las plagas de la superficie no sólo tienen un tamaño gigantesco, sino que además son seres inteligentes.
También hay que destacar que, bajo esa apariencia de literatura juvenil, Suzanne Collins deslice temas que van desde la guerra preventiva hasta el genocidio, los ataques bacteriológicos o la destrucción de civilizaciones.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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