El presidente de la comunidad autónoma de Cantabria
es el vivo ejemplo de lo demencial que es el sistema electoral español. Sin
haber ganado unas elecciones en su vida, ha gobernado su comunidad autónoma
durante dos legislaturas y va ya por la tercera.
El señor Revilla tiene fama de campechano, de
llanote, con esa costumbre de llegar al palacio de La Moncloa en taxi (no queda
demasiado claro si lo paga de su bolsillo o lo hace con cargo a fondos pùblicos)
y de regalar anchoas a poco que la cosa se tercie. Es, en definitiva, un
ejemplo consumado de aquello que quedó constatado con zETAp: cualquiera puede
llegar a presidente de Gobierno (aunque sea el de una comunidad autónoma).
Desgraciadamente. Porque luego pasa lo que pasa. Que
visita la residencia del Rey para tener una audiencia con Su Majestad y a la
salida larga lo que, en buena lógica, debería quedar entre el Jefe del Estado y
aquel a quien se lo dice. Lo que Felipe VI le dijo fue que veía irreconducible la situación con Arturito Menos y que con él no hay arreglo posible.
Aunque algo hemos ganado con respecto al anterior
Jefe del Estado, porque el actual parece haberse dado cuenta de que no siempre hablando se entiende la gente.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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