La izquierda española ha sido
tradicionalmente antiespañola. La verdad, no sé cómo se las apañaban hasta la
Guerra Civil, porque después ya lo sabemos: la culpa de todo lo tenía Franco, y
todo lo que odiaban era franquista.
Franquista era la letra del himno,
aunque nunca fuera oficial y se compusiera durante la Dictadura de Primo de
Rivera… cuando los socialistas participaron por primera vez en el Gobierno de
España. Franquista era la música del himno y franquista la bandera rojigualda,
aunque tanto una como otra tuvieran entonces más de siglo y medio de historia a
sus espaldas. Y franquista eran el águila de San Juan, el yugo y las flechas,
aunque todos esos símbolos provinieran de la época de los Reyes Católicos… que,
como todo el mundo sabe, eran también franquistas.
En su deriva hacia la radicalidad con
tal de pillar cuota de poder, alguien debe haberle dicho a Pdr Snchz que con
semejante táctica (no le creo capaz de concebir una estrategia) iba a perder
votantes dentro del caladero moderado de su electorado (que no sé si serán
muchos, pero haberlos haylos). Quizá por eso, en su proclamación como candidato
del PSOE a la presidencia del Gobierno (en puridad, como cabeza de lista por,
presumiblemente, Madrid, que es lo que hacen todos los máximos dirigentes de
los partidos), el antiguo jugador aficionado de baloncesto ha aparecido delante de una enorme bandera de España… de plasma, eso sí, porque no era una bandera
real, sino virtual.
Naturalmente, los neocom se han apresurado a ponerle los puntos sobre las íes (al fin
y al cabo, consideran la Marcha Real como una cutre pachanga fachosa, y dedican a la bandera española epítetos de
parecido jaez que, afortunadamente para mí, no soy capaz de recordar), y se lo
han dicho bien clarito: o está con el cambio, o está con la bandera.
Pues nada, a contrario sensu los españoles lo tenemos muy claro: si estamos
con España, no podemos estar con Podemos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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