Los neocom no creen en la libertad. Ni en la
de los demás, ni en las de los miembros de sus propias filas que, al modo de
las escuadras franquistas, han de mantenerse prietas. Y en cuanto se descuidan les
sale ese ramalazo totalitario.
Eso le
ocurrió a la estríper aficionada, cuando participaba en un coloquio en el Club
Siglo XXI y parte del auditorio soltaba risitas ante su intervención o, peor
aún, no le hacía ni refitolero caso. Molesta, se dirigió al representante popular en el coloquio para espetarle Íñigo,
podías pedirle a tu gente que se comportara. Este fue educado y, que se
sepa, no le respondió sí, claro, no controláis
vosotros a los vuestros y venís a exigir que nosotros controlemos a los
nuestros.
Mientras,
la representante del PSOE pintó la situación con tistes catastrofistas: cuando
se inició la legislatura se encontraron con una ciudad donde se caían los edificios y los árboles, las calles estaban sucias y se había producido una degradación de los servicios públicos.
No como
ahora, que hay que restringir la circulación por contaminación avisando con
cinco minutos de preaviso o se ponen multas o se retiran monumentos sin
habilitación legal. Las cosas están cambiando, desde luego.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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