Una de
las causas de los muchos males que aquejan a España es el nefasto nivel de la
educación en la piel de toro. Cuando la izquierda ha gobernado, fiel a su
principio de fomentar la igualdad, se ha dedicado a igualar… pero por abajo. Cuando
ha gobernado la derecha ha intentado, si bien tímidamente, poner remedio a las
cosas, pero no ha servido de nada: mientras gobernaban, sus leyes eran tomadas
por el pito del sereno tanto por las universidades como por las comunidades
autónomas (a las que, para empezar, no deberían haberse transferido las
competencias en materia de educación, como no deberían haberse transferido
tantas y tantas cosas); y cuando dejaban de hacerlo, los gobiernos socialistas
se dedicaban a desandar lo poco anduvido
(que dirían ellos) y a sacar una ley educativa todavía peor que la anterior.
Los palos
que le cayeron al ministro Wert de todas partes demuestran que sus medidas
estaban bien encaminadas (los lectores habituales del blog ya sabrán que me
estoy refiriendo otra vez a la doctrina
Mafalda). Sin embargo, esta vez no hemos tenido que esperar a que gobiernen
los suciolistos, porque el propio
sucesor popular ha sido el que ha
comenzado a desmontar lo conseguido. Así, además de seguir la tradición de no
hacer ni puñetero caso –doce comunidades autónomas, es decir, dos de cada tres,
no hicieron las reválidas de sexto de Primaria previstas en la LOMCE-, el
gobierno decidió que dicha reválida no serviría para hacer rankings entre los distintos colegios.
Es decir,
que para lo único que va a servir es para perder el tiempo. Como si nos
sobrara, en este y en otros temas…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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