La
estríper aficionada no se da cuenta de que ha dejado de ser una ciudadana más o
menos anónima (vamos, como un servidor) desde el momento en que recibió su acta
de concejal del ayuntamiento de Madrid. Y que sus declaraciones,
manifestaciones y exabruptos tienen repercusiones y pueden acarrearle
consecuencias.
Así ha
ocurrido cuando ha dicho que Cristina Cifuentes, cuando era delegada del
Gobierno en Madrid, era la jefe de los que pegaban palos a la gente (la
policía). La presidenta de la comunidad, que tiene algunas cosas que pueden no
gustarme demasiado, no tardó en reaccionar enviando un burofax a la condenada
judicialmente para que rectificase públicamente, a lo que la neocom respondió que se negaba a pedir
perdón porque sus palabras son
irrectificables.
Casi
tanto como su ignorancia, su descaro y su soberbia.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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