La
izquierda española, en general, siempre ha sentido simpatía por el terrorismo de
su cuerda en general (claro, los terroristas de derechas son vulgares asesinos
sin la justificación moral que a buen
seguro impulsa a los de izquierdas) y por el vasco en particular. Fue así en
tiempos del franquismo, los fue durante la transición y lo ha sido después,
estuviera en el gobierno o en la oposición.
Tanta
más proclividad se ha producido cuando más a la izquierda estuviera la
formación. Así pues, no es de extrañar que los neocom, enemigos de todo lo que suene a España, sientan el mayor de
los cariños por la banda de asesinos del hacha y la serpiente, ya sea alabando
a un terrorista y entonando lemas etarras, ya sea invitando al susodicho
alabado a vomitar sus soflamas en el parlamento europeo.
Afortunadamente,
parece que allende nuestras fronteras tienen algo de la dignidad de la que
carecemos aquende, porque el orador fue recibido con gritos que le definían
como lo que es: un asesino.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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