Es
bien conocida la fábula de la zorra que, viendo un racimo de uvas en una parra,
intentó por activa, pasiva y perifrástica hacerse con la fruta. No consiguiéndolo,
acabó marchándose al tiempo que decía Bah,
de todos modos, las uvas están verdes.
Algo
parecido han intentado hacer los necionanistas
catalanes. En su enésimo intento de recabar apoyos de las autoridades
comunitarias para su intentona secesionista, el presidente de la Generalidad catalana
–ayer Arturito Menos, hoy el del flequillo inefable, mañana quizá la de la esponja en las partes pudendas- ha
realizado una visita a Bruselas, en la que buscaba reunirse con el presidente
de la Comisión Europea. Como Juncker alegó problemas de agenda para no recibirle
(probablemente tenía que rascarse el cogote, y otra tarea de semejante
envergadura), el raposo catalán adujo que nunca había tenido semejante
intención, y que el día que quiera, lo
pediré y lo conseguiré.
Este
pobre hombre, además de estar peinado por su peor enemigo, debe ser daltónico,
porque las uvas no tienen trazas de dejar de ser verdes: por desgracia para él,
las autoridades comunitarias, a diferencia del fruto de la vid, tienen boca y
cuerdas vocales, y le han dejado con el tafanario al aire al señalar que sí pidió una cumbre con Juncker.
Pero
no todo ha sido un fracaso completo: la autoridad portuaria de Gante le facilitó
un paseo en gabarra junto a Raúl Romeva. Yo, que también he estado en la ciudad
natal del César Carlos, no conseguí tanto. Aunque es cierto que ni siquiera lo
intenté.
Quizá
debiera haberlo hecho, visto que pasean a cualquiera.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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