A
poco de llegar al Gobierno, los miembros femeninos del primer gobierno
paritario de la historia de España (para lo que sirvió), supuestas adalides del
feminismo y la igualdad, se destaparon como marujas de la peor especie e
hicieron lo que cualquier mujer de esa arquetípica derecha que según Pedorroche sólo piensa en las perlas se
moriría por poder hacer: posaron en el Vogue;
y no con trapitos de baratillo, sino con modelos de buenas marcas.
Entre
aquellas ocho mujeres, más de una y más de dos (aunque menos de ocho) tenían
entre las orejas algo más que serrín y vacío, pero todas ellas quedaron
retratadas (y no en el sentido fotográfico de la expresión) por aquella sesión.
No en vano, a María Teresa Fernández de la Vega se la empezó a conocer como la vicevogue.
Doce
años más tarde, Junior ha posado para
un suplemento de La Vanguardia (creo,
la verdad es que el tema no tiene para mí mayor interés que el de permitirme
hacer una entrada en el blog), melena al viento cual Viggo Mortensen en el
resumen guasón (zas, melena al viento)
de Las dos torres, para mí (de lejos)
la peor película de la trilogía. No sólo eso, sino que, fiel a su estilo entre
baboso y repugnante –qué se puede esperar de quien no sabe cómo vestirse para
acudir a una reunión con Su Majestad el Rey, o cómo sentarse para una
conversación educada- ha hablado de escenas turbadoras con fotos aún más turbadoras (qué fino sentido del humor, el
mamarracho comunista).
No
es que tuviera yo demasiadas dudas, pero es que ya lo dice hasta quien fue
profesor suyo; va quedando claro que este hombre es narcisista, prepotente y tonto. O, en una palabra y como he dicho,
un mamarracho. Pero más peligroso que un mono con una ametralladora.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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