La progresía occidental, tan comprensiva en
general con los terroristas islámicos, sólo suelen condenar sus atentados,
tropelías y asesinatos cuando los afectados son gente de su cuerda, y no
siempre. Por ejemplo, condenaron los atentados en París contra la redacción del
Charlie Hebdo y contra la discoteca,
pero no dicen ni mu cuando en el Medio Oriente se castiga y ejecuta a
homosexuales por el hecho de serlo.
No hablemos
ya si las víctimas son cristianos. El genocidio que el Daesh ha emprendido
contra los cristianos no encuentra demasiado eco en los medios de comunicación
occidentales. Menos aún el caso de Asia Bibi, encarcelada y condenada a muerte
por el simple hecho de ser cristiana. Porque para un musulmán fanático, la
apostasía es un pecado que ha de ser castigado con la pena capital.
Lo mismo
ocurre en términos de geopolítica. Ser pro palestino está bien visto, es lo
más; y si te pones una kufiyya eres el colmo de la solidaridad (que se lo digan
si no a Zapatitos); pero di que eres
amigo de Israel, o que te vean con una kipá, y te caerán encima todos los
anatemas (laicos, por supuesto) del mundo mundial.
Para
ceñirnos a cosas recientes, el atentado en Florida contra una discoteca de
ambiente homosexual: el asesino es, parece ser, un sujeto vinculado al Daesh. Sin
embargo, para los medios de comunicación ha sido un crimen de odio (¿y cuál no lo es?), y según el economista comunista
(toma oxímoron al canto) que ha aplicado la eutanasia a los paleocom españoles, todo es culpa del heteropatriarcado.
A Wikipedia
me he tenido que ir para ver de qué demonios iba el palabro…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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